Carta de Paolo de Lima
Estimado Iván,
te escribo con relación a tu post de ayer, “Nueva polémica literaria”, en el que acusas recibo del post “El espejo, la máscara y el punto ciego” publicado también ayer en su weblog por el crítico Gustavo Faverón, el cual toma como base un trabajo mío sobre el grupo Neón y específicamente sobre el tempranamente desaparecido poeta Carlos Oliva (1960 – 1994), a quien está dedicado el ensayo. Antes que nada, y sin ningún ánimo irónico, quiero agradecerles a ti y a Faverón por hacer partícipes a sus lectores (que no son pocos) mi texto a través del enlace electrónico. Utilizando los términos con que, salvando las distancias, Mariátegui en su “testimonio de parte” de 1928 a “El proceso de la literatura” se refiere al movimiento Colónida de 1916, puedo manifestar que en Neón “militábamos algunos escritores adolescentes, novísimos, principiantes”. Con relación al debate, simplemente quiero limitarme a señalar que en el pie de página seis del ensayo manifiesto claramente mi “plena participación en la ‘primera etapa’ de Neón”. Dicha etapa duró entre 1990 y 1993 (así consta también en mi weblog), es decir que ya han transcurrido más de diez años de distancia con relación a mi objeto de estudio, al cual caracterizo (desde el título mismo) con los términos neotribal, atrincherado y balbuceante. Desde el año 93 mi trayectoria, como la de la mayoría de los poetas de Neón, ha sido individual, aunque siempre he estado ligado de una u otra forma al medio cultural, como actualmente tanto a través de Zona de noticias como en mi participación en la revista de literatura Intermezzo tropical, conjuntamente a un grupo de poetas y críticos.
Sin otro particular, y manifestándote mi aprecio,
Paolo de Lima.
te escribo con relación a tu post de ayer, “Nueva polémica literaria”, en el que acusas recibo del post “El espejo, la máscara y el punto ciego” publicado también ayer en su weblog por el crítico Gustavo Faverón, el cual toma como base un trabajo mío sobre el grupo Neón y específicamente sobre el tempranamente desaparecido poeta Carlos Oliva (1960 – 1994), a quien está dedicado el ensayo. Antes que nada, y sin ningún ánimo irónico, quiero agradecerles a ti y a Faverón por hacer partícipes a sus lectores (que no son pocos) mi texto a través del enlace electrónico. Utilizando los términos con que, salvando las distancias, Mariátegui en su “testimonio de parte” de 1928 a “El proceso de la literatura” se refiere al movimiento Colónida de 1916, puedo manifestar que en Neón “militábamos algunos escritores adolescentes, novísimos, principiantes”. Con relación al debate, simplemente quiero limitarme a señalar que en el pie de página seis del ensayo manifiesto claramente mi “plena participación en la ‘primera etapa’ de Neón”. Dicha etapa duró entre 1990 y 1993 (así consta también en mi weblog), es decir que ya han transcurrido más de diez años de distancia con relación a mi objeto de estudio, al cual caracterizo (desde el título mismo) con los términos neotribal, atrincherado y balbuceante. Desde el año 93 mi trayectoria, como la de la mayoría de los poetas de Neón, ha sido individual, aunque siempre he estado ligado de una u otra forma al medio cultural, como actualmente tanto a través de Zona de noticias como en mi participación en la revista de literatura Intermezzo tropical, conjuntamente a un grupo de poetas y críticos.
Sin otro particular, y manifestándote mi aprecio,
Paolo de Lima.