José Miguel Oviedo, volvió el crítico del año 1959
Por Tomás Escajadillo
en diario LA PRIMERA
Con una crónica hepática, casi fascista, contesta Oviedo a M. Gutiérrez(*). El mismo crítico que acusó al poemario Edición extraordinaria (1958), de Alejandro Romualdo, de panfletario y subversivo. En una palabra, lo mandó a la PIP de aquel entonces.
Y sí, era práctica del Dominical de El Comercio tener la página literaria a cargo de una sola persona.
Es curioso que Oviedo no mencione que antes que él, la página estuviera en manos de Sebastián Salazar Bondy, y que, después de Oquendo, el titular fuera R. González Vigil, un crítico más plural y equilibrado. (Con él llegaron los serranos a El Comercio).
La famosa polémica de 1959 (sobre Edición extraordinaria) está en una revistita estudiantil que yo dirigía: Lumbre se llamaba la pobre. (San Marcos, mayo-junio de 1959, Nos. 8-9: está en la Biblioteca Nacional).
Hay un texto de Arturo Corcuera (el más extenso), y una indignada carta de Gonzalo Rose. Romualdo dice, con su peculiar estilo, en qué se basa “La crítica ‘científica’ del Dr. Cisneros”, a quien el agredido considera maestro y mentor de Oviedo.
En el mismo número hay una encuesta en torno a Edición extraordinaria, con los puntos de vista de Juan Ríos, A. Tamayo Vargas, Gustavo Valcárcel, Manuel Beltroy, Julio Ramón Ribeyro, Alberto Tauro, Francisco Bendezú y Wáshington Delgado.
Por lo visto, parece que Oviedo nunca ha salido de allí.El Comercio, pues, escogía un mandarín. Muchos han creído que El Comercio había superado su “estilo mandarín” (la existencia misma de Perú.21 sería prueba de ello), pero...
En sus tiempos, Oviedo vapuleó duramente a Contra natura de Hinostroza; tuvo también una acre polémica con Oswaldo Reynoso. En una oportunidad, perdonavidas, habló de tres poetas jóvenes que “apuntaban”. Corcuera lo lapidó con un texto titulado “Tres poetas que apuntan y un crítico que dispara”.
(Sintomáticamente, para terminar con las páginas de El Comercio a R.G.V. –que no es de la Cosa Nostra– primero lo “degradaron” en el periódico. Y, qué raro, en Madrid un “crítico televisivo” lo culpó de todos los males que los “andinos” sufrían en Lima, mientras reventaba “cuetes” a otro periodista, más importante, del Decano).
Oviedo ha estado 20 años fuera. (Cuando vivía en Lima, amigos extranjeros comunes me decían “Oye, tú vives junto a José Miguel”. La respuesta era siempre la misma: “Sí, a tiro de pedrada”.
Risiblemente, Oviedo tilda a M. Gutiérrez de ser “envidioso” de “éxitos ajenos”. ¿No sabe que Hombres de caminos (1988) ha sido reeditada varias veces, que La violencia del tiempo (3 vol., 1991) es (con País de Jauja, 1993) la novela más elogiada hoy en el Perú (y también varias veces reeditadas)? Como quien dice, estas novelas se han vendido mucho más que “caramelos verdes”.
Oviedo “olvida” la resonancia entre nosotros de novelas como Babel, el paraíso (1993), Poderes secretos (1995), y una cantidad notable de libros de ensayo.Gutiérrez responderá (o no) por las invectivas personales de Oviedo.
En cuanto a lo de “andinos” y “criollos” (?) o “costeños”: aunque he publicado libros sobre López Albújar, Alegría, Arguedas y Scorza, y en 1994 apareció un tomo de 340 páginas titulado La narrativa indigenista peruana, no dejo de tener diferencias con algunos narradores (y críticos) “andinos”, peruanos y extranjeros.
En este último libro, sin el permiso de MVLl, comento y discuto a más de 40 escritores “andinos” posteriores a 1971. No es un hecho aislado que la revista Debate, mediante una pulcra encuesta, declarara a País de Jauja como la mejor novela peruana de la década del ‘90.
Me gustaría saber, para dar sólo otro ejemplo, si alguien en “ambientes refinados” ha escrito un cuento de la calidad de Cordillera negra, de Oscar Colchado (su más reciente trabajo es la novela Rosa Cuchillo: publicada en 1997, en la Feria del Libro a la que alude Oviedo, se presentó la 7ª ed.).
Hace menos de un año publiqué Mariátegui y la literatura peruana (397 pp.). En la contracarátula los editores mencionan que cuestiono tajantemente La Utopía Arcaica. Caretas censuró las tres líneas que me dedicó César Lévano, y no publica la carátula de un libro editado en el Perú (Librería El Virrey, vía canje, había mandado a Caretas un ejemplar).
(El libro fue ocultado todo lo posible porque, yo también lo afirmo: hay una “Secta/Mafia”, en todos los medios: escritos, Somos (¿qué es eso?), Caretas y la TV. Sea el canal del Estado o los de Telefónica-Cable Mágico. Hasta Quehacer ya no es lo mismo después de la jubilación de Cancho Larco).
Voy a repetir lo que dije hace bastante tiempo a la revista de los Estudiantes de Post Grado de Literatura (San Marcos). Me preguntan a qué se debe el silencio en el Centenario de Diez-Canseco: “Si Salazar Bondy y Ribeyro lo elogian, ¿por qué la crítica actual no lo valora?”. TGE:
“Porque vivimos en lo que hace veinte años se llamaba ‘la rosca boliviana’: era el círculo del poder económico. Todos los periódicos, todas las revistas son contrarias a la cultura literaria.
Enrique Zileri debe ser uno de los periodistas más importantes y más ignorantes del medio: para él lo que cuenta es la sección Ellos & Ellas” (Ínsula Barataria, N° 3, julio de 2004, p. 117). (Me volví pitoniso).
Así que Mr. Oviedo, permítaseme preguntar: ¿cuántos ejemplares de Cuaderno imaginario (1997) y La última fiesta (1998), editados por Apoyo (también de la Cosa Nostra), le publicaron/vendieron? Sr./Dr. Oviedo: usted es un septuagenario “con un pasado”.
No se nos haga el angelito, el american scholar (Emerson dixit). En su pasado limeño, católico, se puede encontrar “intrigas”, “denuncias” y “agravios” como para hacer un buen “culebrón”.
(*)Hace referencia a uno de los artículos cruzados entre algunos críticos y escritores en torno a la polémica entre escritores criollos y andinos.
EscribeTomás G. Escajadillo
en diario LA PRIMERA
Con una crónica hepática, casi fascista, contesta Oviedo a M. Gutiérrez(*). El mismo crítico que acusó al poemario Edición extraordinaria (1958), de Alejandro Romualdo, de panfletario y subversivo. En una palabra, lo mandó a la PIP de aquel entonces.
Y sí, era práctica del Dominical de El Comercio tener la página literaria a cargo de una sola persona.
Es curioso que Oviedo no mencione que antes que él, la página estuviera en manos de Sebastián Salazar Bondy, y que, después de Oquendo, el titular fuera R. González Vigil, un crítico más plural y equilibrado. (Con él llegaron los serranos a El Comercio).
La famosa polémica de 1959 (sobre Edición extraordinaria) está en una revistita estudiantil que yo dirigía: Lumbre se llamaba la pobre. (San Marcos, mayo-junio de 1959, Nos. 8-9: está en la Biblioteca Nacional).
Hay un texto de Arturo Corcuera (el más extenso), y una indignada carta de Gonzalo Rose. Romualdo dice, con su peculiar estilo, en qué se basa “La crítica ‘científica’ del Dr. Cisneros”, a quien el agredido considera maestro y mentor de Oviedo.
En el mismo número hay una encuesta en torno a Edición extraordinaria, con los puntos de vista de Juan Ríos, A. Tamayo Vargas, Gustavo Valcárcel, Manuel Beltroy, Julio Ramón Ribeyro, Alberto Tauro, Francisco Bendezú y Wáshington Delgado.
Por lo visto, parece que Oviedo nunca ha salido de allí.El Comercio, pues, escogía un mandarín. Muchos han creído que El Comercio había superado su “estilo mandarín” (la existencia misma de Perú.21 sería prueba de ello), pero...
En sus tiempos, Oviedo vapuleó duramente a Contra natura de Hinostroza; tuvo también una acre polémica con Oswaldo Reynoso. En una oportunidad, perdonavidas, habló de tres poetas jóvenes que “apuntaban”. Corcuera lo lapidó con un texto titulado “Tres poetas que apuntan y un crítico que dispara”.
(Sintomáticamente, para terminar con las páginas de El Comercio a R.G.V. –que no es de la Cosa Nostra– primero lo “degradaron” en el periódico. Y, qué raro, en Madrid un “crítico televisivo” lo culpó de todos los males que los “andinos” sufrían en Lima, mientras reventaba “cuetes” a otro periodista, más importante, del Decano).
Oviedo ha estado 20 años fuera. (Cuando vivía en Lima, amigos extranjeros comunes me decían “Oye, tú vives junto a José Miguel”. La respuesta era siempre la misma: “Sí, a tiro de pedrada”.
Risiblemente, Oviedo tilda a M. Gutiérrez de ser “envidioso” de “éxitos ajenos”. ¿No sabe que Hombres de caminos (1988) ha sido reeditada varias veces, que La violencia del tiempo (3 vol., 1991) es (con País de Jauja, 1993) la novela más elogiada hoy en el Perú (y también varias veces reeditadas)? Como quien dice, estas novelas se han vendido mucho más que “caramelos verdes”.
Oviedo “olvida” la resonancia entre nosotros de novelas como Babel, el paraíso (1993), Poderes secretos (1995), y una cantidad notable de libros de ensayo.Gutiérrez responderá (o no) por las invectivas personales de Oviedo.
En cuanto a lo de “andinos” y “criollos” (?) o “costeños”: aunque he publicado libros sobre López Albújar, Alegría, Arguedas y Scorza, y en 1994 apareció un tomo de 340 páginas titulado La narrativa indigenista peruana, no dejo de tener diferencias con algunos narradores (y críticos) “andinos”, peruanos y extranjeros.
En este último libro, sin el permiso de MVLl, comento y discuto a más de 40 escritores “andinos” posteriores a 1971. No es un hecho aislado que la revista Debate, mediante una pulcra encuesta, declarara a País de Jauja como la mejor novela peruana de la década del ‘90.
Me gustaría saber, para dar sólo otro ejemplo, si alguien en “ambientes refinados” ha escrito un cuento de la calidad de Cordillera negra, de Oscar Colchado (su más reciente trabajo es la novela Rosa Cuchillo: publicada en 1997, en la Feria del Libro a la que alude Oviedo, se presentó la 7ª ed.).
Hace menos de un año publiqué Mariátegui y la literatura peruana (397 pp.). En la contracarátula los editores mencionan que cuestiono tajantemente La Utopía Arcaica. Caretas censuró las tres líneas que me dedicó César Lévano, y no publica la carátula de un libro editado en el Perú (Librería El Virrey, vía canje, había mandado a Caretas un ejemplar).
(El libro fue ocultado todo lo posible porque, yo también lo afirmo: hay una “Secta/Mafia”, en todos los medios: escritos, Somos (¿qué es eso?), Caretas y la TV. Sea el canal del Estado o los de Telefónica-Cable Mágico. Hasta Quehacer ya no es lo mismo después de la jubilación de Cancho Larco).
Voy a repetir lo que dije hace bastante tiempo a la revista de los Estudiantes de Post Grado de Literatura (San Marcos). Me preguntan a qué se debe el silencio en el Centenario de Diez-Canseco: “Si Salazar Bondy y Ribeyro lo elogian, ¿por qué la crítica actual no lo valora?”. TGE:
“Porque vivimos en lo que hace veinte años se llamaba ‘la rosca boliviana’: era el círculo del poder económico. Todos los periódicos, todas las revistas son contrarias a la cultura literaria.
Enrique Zileri debe ser uno de los periodistas más importantes y más ignorantes del medio: para él lo que cuenta es la sección Ellos & Ellas” (Ínsula Barataria, N° 3, julio de 2004, p. 117). (Me volví pitoniso).
Así que Mr. Oviedo, permítaseme preguntar: ¿cuántos ejemplares de Cuaderno imaginario (1997) y La última fiesta (1998), editados por Apoyo (también de la Cosa Nostra), le publicaron/vendieron? Sr./Dr. Oviedo: usted es un septuagenario “con un pasado”.
No se nos haga el angelito, el american scholar (Emerson dixit). En su pasado limeño, católico, se puede encontrar “intrigas”, “denuncias” y “agravios” como para hacer un buen “culebrón”.
(*)Hace referencia a uno de los artículos cruzados entre algunos críticos y escritores en torno a la polémica entre escritores criollos y andinos.
EscribeTomás G. Escajadillo