Oswaldo Reynoso: "Los grupos pitucos creen ser la literatura peruana"
Entrevista: responde Oswaldo Reynoso
Sobre la publicación de su relato El goce de la piel.
Por Francisco Estrada
La sensualidad como Epifanía en la temprana adolescencia, interpretada como vía alternativa para encontrar una divinidad -la del disfrute libre y jubiloso de la belleza-, es el tema que aborda El goce de la piel, libro del destacado escritor peruano Oswaldo Reynoso. Se trata de un relato en cinco partes donde el hermoso joven Malte se presenta como personaje principal, sin ser la misma persona. Este misterio es resuelto hacia el final del relato, con excelente prosa y maestría, por el narrador.
¿Cuánto le tomó escribir este libro?
Toda mi vida, porque es el resultado de una serie de experiencias. La escritura mecánica, concreta, fue de una semana, y la corrección demoró medio año. Cuando terminé de escribir, un amigo me dijo que eran muy pocos capítulos (cinco) y que había la necesidad de escribir dos más. Pero no pude, porque eso significaba repetirme.
En la obra plantea un tema que puede resultar fuerte para ciertos lectores conservadores, pero su estilo lo hace natural y elegante.
Porque es la dignificación. Acá, en el Perú, estamos acostumbrados a denigrar a las minorías: al negro, al andino y a los homosexuales. Entonces, en este libro yo dignifico la homosexualidad como un método, como un estilo de vida, para encontrar la realización; pero no en el sentido de la caricatura, del esperpento para hacer reír, como en el caso de Bayly. No.
Manuel Puig decía que no se podía clasificar a alguien de homosexual, porque el sexo era como dormir, beber.
No se puede hacer esa clasificación, yo estoy en contra de eso. Porque ahí, en el libro, yo no hablo de la homosexualidad como una tipificación sino como una proyección vital. Una limpia moral de la piel.
¿Hay literatura homosexual?
No, la literatura es literatura, no hay que ponerle etiquetas. Son los profesores y los críticos quienes tienen la costumbre de ponerlas. Hay una literatura que puede tener determinadas características pero, luego, vienen los taxonomistas, que dividen en especies, en géneros, como hacen con los animales y con las plantas.
Actualmente hay una polémica entre escritores 'andinos' -que se consideran excluidos- y 'costeños' -denunciados como hegemónicos en los medios-.
Me parece una polémica inútil, que no aclara nada y da una visión de lo que actualmente es la crisis de la cultura en el Perú. Yo no creo que haya escritores andinos, criollos, limeños, provincianos, exitosos, excluidos... Me parece que esas cosas son tonterías. Lo que toda la vida ha existido en el Perú son grupetes de pitucos que se arrogan la representación literaria del país, porque detrás de ellos están los poderes. Yo no sé qué tipo de poder, pero siempre aparecen.
¿La llamada 'mafia' o 'secta'?
Nooo. En el Perú, el primer encontronazo que tuve fue con la triple 'o' y su 'm' agregada. En la triple 'o' hay un pituco lorcho, que es José Miguel Oviedo, quien, en 1965, al comentar mi novela En octubre no hay milagros, me acusó de ser un 'marxista rabioso'. Y hay otro de la triple 'o' al que boté de mi casa. Casi a patadas.
¿Quién era esa 'o'?
Julio Ortega. La triple 'o' era Ortega, Oviedo y Oquendo, con su 'm': Mirko Lauer. Ponlo así. Ahora, estos señores están llegando a la delación. Incluso se han lanzado acusaciones graves e injustas contra Miguel Gutiérrez. ¿Qué se han creído? La profunda crisis en que ha caído la cultura en el Perú no es solo entre escritores sino expresión de la crisis de valores que hay en el país.
Sobre la publicación de su relato El goce de la piel.
Por Francisco Estrada
La sensualidad como Epifanía en la temprana adolescencia, interpretada como vía alternativa para encontrar una divinidad -la del disfrute libre y jubiloso de la belleza-, es el tema que aborda El goce de la piel, libro del destacado escritor peruano Oswaldo Reynoso. Se trata de un relato en cinco partes donde el hermoso joven Malte se presenta como personaje principal, sin ser la misma persona. Este misterio es resuelto hacia el final del relato, con excelente prosa y maestría, por el narrador.
¿Cuánto le tomó escribir este libro?
Toda mi vida, porque es el resultado de una serie de experiencias. La escritura mecánica, concreta, fue de una semana, y la corrección demoró medio año. Cuando terminé de escribir, un amigo me dijo que eran muy pocos capítulos (cinco) y que había la necesidad de escribir dos más. Pero no pude, porque eso significaba repetirme.
En la obra plantea un tema que puede resultar fuerte para ciertos lectores conservadores, pero su estilo lo hace natural y elegante.
Porque es la dignificación. Acá, en el Perú, estamos acostumbrados a denigrar a las minorías: al negro, al andino y a los homosexuales. Entonces, en este libro yo dignifico la homosexualidad como un método, como un estilo de vida, para encontrar la realización; pero no en el sentido de la caricatura, del esperpento para hacer reír, como en el caso de Bayly. No.
Manuel Puig decía que no se podía clasificar a alguien de homosexual, porque el sexo era como dormir, beber.
No se puede hacer esa clasificación, yo estoy en contra de eso. Porque ahí, en el libro, yo no hablo de la homosexualidad como una tipificación sino como una proyección vital. Una limpia moral de la piel.
¿Hay literatura homosexual?
No, la literatura es literatura, no hay que ponerle etiquetas. Son los profesores y los críticos quienes tienen la costumbre de ponerlas. Hay una literatura que puede tener determinadas características pero, luego, vienen los taxonomistas, que dividen en especies, en géneros, como hacen con los animales y con las plantas.
Actualmente hay una polémica entre escritores 'andinos' -que se consideran excluidos- y 'costeños' -denunciados como hegemónicos en los medios-.
Me parece una polémica inútil, que no aclara nada y da una visión de lo que actualmente es la crisis de la cultura en el Perú. Yo no creo que haya escritores andinos, criollos, limeños, provincianos, exitosos, excluidos... Me parece que esas cosas son tonterías. Lo que toda la vida ha existido en el Perú son grupetes de pitucos que se arrogan la representación literaria del país, porque detrás de ellos están los poderes. Yo no sé qué tipo de poder, pero siempre aparecen.
¿La llamada 'mafia' o 'secta'?
Nooo. En el Perú, el primer encontronazo que tuve fue con la triple 'o' y su 'm' agregada. En la triple 'o' hay un pituco lorcho, que es José Miguel Oviedo, quien, en 1965, al comentar mi novela En octubre no hay milagros, me acusó de ser un 'marxista rabioso'. Y hay otro de la triple 'o' al que boté de mi casa. Casi a patadas.
¿Quién era esa 'o'?
Julio Ortega. La triple 'o' era Ortega, Oviedo y Oquendo, con su 'm': Mirko Lauer. Ponlo así. Ahora, estos señores están llegando a la delación. Incluso se han lanzado acusaciones graves e injustas contra Miguel Gutiérrez. ¿Qué se han creído? La profunda crisis en que ha caído la cultura en el Perú no es solo entre escritores sino expresión de la crisis de valores que hay en el país.